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arpón, cuchillo del monte y cerillos, ¡Completo,
aseveró mi primo! Salió Paulita con una enorme
canasta, Ismael le ayudó a colocarla dentro de la
cabina.
Paulita cuidaba la comida. Renata y Rina subieron con
mucho cuidado y se sentaron en las bancas de tule de la
balsa. Llegamos sin novedad, el día era hermoso, el
cielo sin una sola nube, Altata, bahía majestuosa y casi
virgen, con solo dos ó tres palapas donde se vendía,
comida, refrescos y cerveza. Unos vestidores mal
hechos, mesas y sombrillas. Un vendedor con agua de
cebada y callos de hacha.
Ismael con su habilidad para conducir, colocó el
camión de reversa y lo más cerca que pudo. Las
pequeñas olas limpiaban las ruedas del camión. Entre
todos bajamos la balsa, ya flotando, se colocó el timón,
el mástil, los remos, al momento de colocar la vela, el
aire sopló ligeramente y la vela se hinchó. Aseguramos
los salvavidas, en una cubeta iban las carnadas,
anzuelos, y el cuchillo.
Una vez que todo se puso en su sitio, procedimos al
bautizo, colgado del mástil había una cuerda con un
coco colgando, Renata lo tomó.
¡Yo te bautizo Caguama primera!
Enseguida empujamos, ya libre y flotando tomamos los
cuatro remos y la gran aventura inició.
Al principio hincadas y agarradas a las bancas, y con
lágrimas en sus ojos gritaban y comentaban, poco a