Page 44 - Vida de San Agustín_Neat
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por  el  orgullo.  Apenas  amaneció  subió  al  coche  con  sus

                  amigos rumbo a Milán.




                  ¡Ah!,  ¡ah!  respiraba  aires  de  libertad;  respiraba  aires  de


                  triunfos; respiraba aires de conquista. El misterio comenzaba

                  a  develarse  de  una  manera  frontal.  Pronto  estaría  con


                  Mónica,  su  hijo  y  su  mujer.  Pronto  les  diría  adiós  a  los

                  maniqueos. Pronto conocería al hombre más valiente de todo

                  el  imperio,  al  gran  Ambrosio  de  Milán.  Pronto  pasarían


                  muchas cosas que la imaginación no logra albergar.




                  Mientras  avanzaba,  con  el  soplo  del  aire fresco  en  su  cara,

                  mil  cosas  pasaban  por  su  cabeza.  La  expectativa  le


                  provocaba  cierta  expresión  de  ansiedad.  Cuando  volvía  la

                  mirada a sus amigos recogidos sobre sí, como contemplando


                  su  propia  miseria,  con  una  sonrisa  de  triunfo  el  rostro

                  recuperaba  el  encanto  de  aquella  personalidad.  Muchas


                  cosas  se  imaginó,  lo  único  que  no  albergaba  en  sus

                  fantasías,  era  que  en  aquella  ciudad  iba  a  asumir  la  fe

                  católica, que su madre le dio con la leche materna.




                  Ya converso al cristianismo, ambos, madre e hijo, disfrutaban


                  cada momento que estaban juntos. Un día, mientras viajaban






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