Page 40 - Vida de San Agustín_Neat
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aquel niño. Además, le rogaba que por ella no se preocupara,
porque Mónica le enseñó a rezar y eso bastaba para ser feliz.
¡Qué bueno fue para Agustín tener aquellos amigos, en esos
momentos tan duros, de modo particular a Alipio! Procedían
del mismo pueblo; definitivamente, este hombre le robó el
corazón, antes de ser su amigo ya lo apreciaba; incluso, sintió
pesar cuando se enteró que este era fanático al circo. Quería
corregirlo, pero no podía, porque aún no tenía la confianza
para hacerlo. Un buen día, Alipio, se integró a las clases con
el genio de África del norte. Fue en esas clases donde Alipio
corrigió su mala costumbre, la de ir al circo a ver los
espectáculos sangrientos. Esto pasó sin que Agustín se diera
cuenta.
Agustín y Alipio eran dos, con un solo corazón. Agustín lo
admiraba. Alipio era un hombre dulce, tierno y tenía una
fuerza de voluntad inquebrantable, si se proponía caminar
descalzo en la nieve, lo hacía y lo soportaba; fue un hombre
que lo edificó. Alipio respetaba a Agustín como a un hermano
mayor, siempre lo seguía a donde fuera. Estaba dispuesto a
viajar desde Roma a Milán.
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