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                                   Los instructores hermeticos imparten  sus ensenan-
                                 zas  concemientes  a  este  punto,  pidiendo  a  sus  dis-
                                 cipulos  que  se  atengan  al  proceso  de  su  propia  con­
                                 ciencia,  a  su  propio  yo.  El  disci'pulo  fija  entonces
                                 su  atencion  internamente  sobre  el  ego  que  esta  en
                                 cada  uno  de  nosotros.  Cada  estudiante  ve  que  su
                                 propio  conciencia  le  da  como  primer  resultante  de
                                 la  existencia  de  su  yo:  “Y o  Soy” .  Esto,  al  princi-
                                 pio,  parece  ser  la  palabra  final  de  la  conciencia,
                                 pero  un  examen  ulterior  desprende  el  hecho  de  que
                                 este  “yo  soy”  puede  separarse  en  dos  partes  dis-
                                 tintas  o  aspectos  que,  si  bien  trabajan  al  unisono
                                 y  en  conjuncion,  sin  embargo  pueden  ser  separa-
                                 das  en  la  conciencia.
                                   Si  bien  al  principio  parece  que  solo  existe  un
                                 unico  Yo,  un  examen  mas  cuidadoso  revela  que
                                 existe  un  “yo”  y  un  “mi” .  Este  par  mental  difie-
                                 re  en  caracteristicas  y  naturaleza,  y  el  examen  de
                                 esta,  asi  como  de  los  fenomenos  que  surgen  de  la
                                 misma,  arroja  gran  luz  sobre  muchos  de  los  pro-
                                 blemas  de  la  influencia  mental.
                                   Comencemos  considerando  el  “mi”,  que  general-
                                 mente  se  confunde  con  el  “yo” ,  si  no  se  profundi-
                                 za  mucho  en  los  recesos  de  la  conciencia.  El  hom-
                                 bre  piensa  de  si  mismo  (en  su  aspecto  de  “mi”  o
                                 “me” )  como  si  estuviera  compuesto  por  ciertos  sen-
                                 timientos,  agrados,  gustos  y  disgustos,  habitos,  Ia-
                                 zos  especiales,  caracteristicas,  etc.,  todo  lo  cual  for­
                                 ma  su  personalidad,  o  el  ser  que  conoce  el  mismo
                                 y  los  deinas.  El  hombre  sabe  que  estas  emociones
                                 y  sentimientos  cambian,  que  nacen  y  mueren,  que
                                 estan  sujetos  al  principio  del  Ritmo  y  al  de  Pola-
                                 ridad,  cuyos  principios  lo  llevan  de  un  extremo  a
                                 otro.  Tambien  piensa  de  si  mismo  como  cierta  su-
                                 ma  de  conocimientos  agrupados  en  su  mente,  que
                                 forman  asi  una  parte  de  el.  Este  es  el  “mi”  o  “me”
                                 del  hombre.
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