Page 95 - mago de oz
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—Si  yo  tuviera  corazón  sabría  apreciarlas  —dijo
            por su parte el Leñador.


            —A mí siempre me gustaron las flores —terció el

            León—, sobre todo porque parecen tan frágiles e
            indefensas.  Pero  en  el  bosque  no  las  hay  tan

            coloridas como éstas.


            Cada  vez  eran  más  abundantes  las  amapolas  y
            más  escasas  las    otras    flores,    y    a    poco    se

            hallaron    en    medio    de   una    pradera
            completamente  cubierta  de amapolas.  Ahora

            bien,  todos  saben  que  cuando  hay  una  gran
            cantidad  de  estas  flores,  el  aroma  es  tan  fuerte

            que cualquiera que lo aspire se queda dormido, y
            si  el  durmiente  no  es  trasladado  lejos  de ese

            perfume, lo más fácil es que siga durmiendo para
            siempre.  Dorothy  ignoraba  esto;  además,  no

            podía  alejarse  de  las  brillantes  flores  rojas  que
            había  por  doquier,  de  modo  que  no  tardó  en

            sentir  caer  sus  párpados  y  tuvo  la  urgente
            necesidad de sentarse a descansar y dormir.







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