Page 98 - mago de oz
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rendirse y caer a poca distancia de donde
terminaba aquel jardín fatal.
—Nada podemos hacer por él —dijo el Leñador
con mucha pena—. Pesa demasiado para
levantarlo. Tendremos que dejarlo que duerma
aquí para siempre, y quizá sueñe que al fin ha
encontrado el valor que tanto ansiaba.
—Lo siento mucho —suspiró el
Espantapájaros—. A pesar de ser tan cobarde,
era un buen camarada. Pero sigamos adelante.
Llevaron a la dormida Dorothy hasta un bonito
sitio junto al río, lo bastante lejos del campo de
amapolas como para evitar que siguiera
aspirando el fatal perfume. Allí la tendieron con
suavidad sobre la hierba y esperaron que la
fresca brisa la despertara.
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