Page 121 - Frankenstein
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Nadie puede concebir la angustia que sufrí
durante el resto de la noche, que pasé, frío y
mojado, a la intemperie. Mas no notaba la in-
clemencia del tiempo. Tenía la imaginación
asaltada por escenas de horror y desesperación.
Consideraba a este ser con el que había afligido
a la humanidad, este ser dotado de voluntad y
poder para cometer horrendos crímenes, como
el que acababa de realizar, como mi propio
vampiro, mi propia alma escapada de la tumba,
destinada a destruir todo lo que me era queri-
do. Amaneció, y me encaminé hacia la ciudad.
Las puertas ya estaban abiertas y me dirigí a la
casa de mi padre. Mi primer pensamiento fue
comunicar lo que sabía acerca del asesino, y
hacer que de inmediato se emprendiera su bús-
queda, pero me detuve cuando reflexioné sobre
lo que tendría que explicar: me había encontra-
do a media noche, en la ladera de una montaña
inaccesible, con un ser al cual yo mismo había
creado y dotado de vida. Recordé también la
fiebre nerviosa que había contraído en el mo-