Page 124 - Frankenstein
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Mientras hablaba las lágrimas le resbalaban
   por las mejillas. No me recibas así  le  dije––,
   intenta serenarte para que no me sienta comple-
   tamente desgraciado al entrar en la casa de mi
   padre tras tan larga ausencia. Dime, ¿cómo lle-
   va mi padre esta desgracia?, ¿y cómo está mi
   pobre Elizabeth?
     ––Es la que más ayuda necesita. Se acusa de
   haber causado la muerte de mi hermano, y esto
   la atormenta horriblemente. Aunque ahora que
   han descubierto al asesino...
     ––¿Que lo han descubierto? ¡Dios mío! ¿Cómo
   es posible?, ¿Quién ha podido intentar perse-
   guirlo? Es imposible; sería como intentar atra-
   par el viento, o detener un torrente con una
   caña.
     No entiendo lo que quieres decir pero a todos
   nos dolió el descubrirlo. Al principio nadie se lo
   podía  creer,  e  incluso  ahora,  a  pesar  de  las
   pruebas, Elizabeth se niega a admitirlo. Es ver-
   daderamente increíble que Justine Moritz, tan
   dulce y tan encariñada como parecía con todos
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