Page 127 - Frankenstein
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–– Querido padre, estáis equivocados; Justine
es inocente.
––Si es así, no permita Dios que se la acuse.
Hoy la juzgarán, y espero de todo corazón que
la absuelvan.
Estas palabras me tranquilizaron. Estaba del
todo convencido de que Justine, es más, cual-
quier otro ser humano, era inocente de este
crimen. Por tanto, no temía que se pudiera pre-
sentar ninguna prueba contundente que bastara
para condenarla. Con esta confianza, me calmé,
y esperé el juicio con interés, pero sin sospechar
ningún resultado negativo.
Elizabeth pronto se reunió con nosotros. El
tiempo había producido en ella grandes cam-
bios desde que la vi por última vez. Seis años
atrás era una joven bonita y agradable, a la cual
todos querían. Ahora se había convertido en
una mujer de excepcional hermosura. La frente,
amplia y despejada, indicaba gran inteligencia
y franqueza. Sus ojos de color miel denotaban
ternura, mezclada ahora con la pena de su re-