Page 128 - Frankenstein
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ciente dolor. El pelo era de un brillante castaño
rojizo, la tez clara y la figura menuda y grácil.
Me saludó con el mayor afecto.
Querido primo ––––dijo––, tu llegada me lle-
na de esperanza. Tú quizá encuentres algún
medio para probar la inocencia de la pobre
Justine. Si a ella la condenan, quién podrá estar
seguro de aquí en adelante? Confío en su ino-
cencia como en la mía propia. Nuestra desgra-
cia es doblemente penosa: no sólo hemos per-
dido a nuestro adorado chiquillo, sino que aho-
ra un destino aún peor nos arrebata a Justine.
Jamás volveré a saber lo que es la alegría si la
condenan. Pero estoy segura de que no será así
y entonces, pese a la muerte de mi pequeño
William, volveré a ser feliz.
––Es inocente, Elizabeth ––––le contesté––, y
se probará, no temas. Deja que el convenci-
miento de que será absuelta calme tu espíritu.
––¡Qué bueno eres! Todos la creen culpable y
eso me entristecía mucho, porque sabía que era