Page 133 - Frankenstein
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Baso mi inocencia en una interpretación llana y
   sencilla de los hechos que se me imputan. Espe-
   ro que la buena reputación de que siempre he
   gozado incline a los jueces a interpretar a mi
   favor lo que puede a primera vista parecer du-
   doso o sospechoso.
     A continuación declaró que con permiso de
   Elizabeth había pasado la tarde de la noche del
   crimen en casa de una tía en Chéne, pueblecito
   que dista una legua de Ginebra. A su regreso,
   hacia las nueve de la noche, se encontró con un
   hombre que le preguntó si había visto a la cria-
   tura que buscaban. Esto la alarmó, y estuvo
   varias horas intentando encontrarlo. Las puer-
   tas de Ginebra cerradas, se vio obligada a pasar
   parte de la noche en el cobertizo de una casa, no
   sintiéndose inclinada a despertar a los dueños,
   que la conocían bien. Incapaz de dormir, aban-
   donó  pronto  su  refugio,  y  reemprendió  la  bús-
   queda de mi hermano. Si se había acercado al
   lugar donde yacía el cuerpo, fue sin saberlo. Su
   aturdimiento al ser interrogada por la mujer del
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