Page 185 - Frankenstein
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más tiempo esta emoción, me retiré de la ven-
   tana.
     Al poco rato regresó el chico llevando un haz
   de leña al hombro. La joven lo recibió en la
   puerta y lo ayudó con el fardo, del cual escogió
   algunas  ramas  que  echó  al  fuego.  Luego,  se
   fueron los dos a una esquina de la habitación, y
   él mostró un gran pan y un trozo de queso. Ella
   pareció alegrarse, y salió al jardín en busca de
   plantas y raíces, las metió en agua y después al
   fuego. Luego prosiguió su labor, y el joven se
   fue al jardín, donde se puso diligentemente a
   cavar y a arrancar raíces. Al cabo de una hora,
   la muchacha salió a buscarlo, y juntos entraron
   en la casa. Entretanto, el anciano había estado
   pensativo; pero, al ver a sus compañeros, adop-
   tó un aire más alegre, y se sentaron a comer. El
   almuerzo acabó pronto. La joven volvió a ocu-
   parse de las tareas caseras, en tanto que el an-
   ciano, apoyado en el brazo del joven, paseaba al
   sol por delante de la casa. No puede haber nada
   más bello que el contraste de aquellos dos seres.
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