Page 189 - Frankenstein
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rable compañero. Le prestaban todos los servi-
   cios con gran dulzura y él los recompensaba
   con su sonrisa bondadosa.
     Pero no eran del todo dichosos. El joven y su
   compañera con frecuencia se retiraban, y pare-
   cían llorar. No comprendía la causa de su tris-
   teza; pero me afectaba profundamente. Si seres
   tan hermosos eran desdichados, no era de ex-
   trañar que yo, criatura imperfecta y solitaria,
   también lo fuera. Pero ¿por qué eran infelices
   aquellas gentes tan bondadosas? Tenían una
   agradable casa (pues así me parecía) y todas las
   comodidades; tenían un fuego para calentarlos
   del  frío  y  deliciosa  comida  con  que  saciar  su
   hambre; vestían buenos trajes, y, lo que es más,
   disfrutaban de su mutua compañía y conversa-
   ción, intercambiando a diario miradas de afecto
   y bondad. ¿Qué significaba su llanto? ¿Expre-
   saban sus lágrimas dolor? No podía, al princi-
   pio, responderme a estas preguntas, pero el
   tiempo y una sostenida observación me explica-
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