Page 192 - Frankenstein
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impedían resolver el misterio de su significado.
   Sin embargo, a base de grandes esfuerzos, y
   cuando ya había pasado en mi cobertizo varias
   lunas, aprendí el nombre de algunos de los ob-
   jetos más familiares como fuego, leche, pan y leña.
   También aprendí los nombres de mis vecinos.
   La joven y su hermano tenían ambos varios
   nombres, pero el anciano sólo tenía uno, padre.
   A la muchacha la llamaban hermana   o Agatha  y
   al joven Félix, hermano o hijo. No puedo expresar
   la alegría que sentí cuándo comprendí las ideas
   correspondientes a estos sonidos Y pude pro-
   nunciarlos. Distinguía otras palabras, que ni
   entendía ni podía emplear, tales como bueno,
   querido, triste.
     De esta manera transcurrió el invierno. La
   bondad y hermosura de estas personas me
   hicieron encariñarme mucho con ellas; cuando
   se encontraban tristes, yo estaba desanimado;
   cuando eran felices, yo participaba de su ale-
   gría. Veía a pocos seres humanos, aparte de
   ellos; y si por casualidad alguno iba a la casa,
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