Page 195 - Frankenstein
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bargo, progresé en esta materia, aunque a pesar
   de  mis  esfuerzos  aún  no  podía  seguir  ninguna
   conversación.  Comprendía     claramente   que
   aunque deseaba dirigirme a mis vecinos no
   debía hacerlo hasta no dominar su lenguaje,
   conocimiento que me permitiría hacerles olvi-
   dar  lo  deforme  de  mi  aspecto,  de  lo  cual  me
   había hecho consciente a través del contraste.
     Admiraba las perfectas proporciones de mis
   vecinos, su gracia, hermosura y delicada tez.
   ¡Cómo me horroricé al verme reflejado en el
   estanque transparente! En un principio salté
   hacia atrás aterrado, incapaz de creer que era
   mi propia imagen la que aquel espejo me de-
   volvía. Cuando logré convencerme de que real-
   mente era el monstruo que soy, me embargó la
   más  profunda  amargura  y  mortificación.  ¡Ay!,
   desconocía entonces las fatales consecuencias
   de esta deformación.
     A medida que el sol empezaba a calentar más,
   y el día se alargaba, desapareció la nieve, y vi
   aparecer los árboles desnudos y la oscura tierra.
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