Page 196 - Frankenstein
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A partir de este momento, Félix estuvo más
ocupado, y los angustiosos envites del hambre
desaparecieron. Como descubrí más tarde, su
alimentación era tosca pero sana y suficiente.
Crecieron en el huerto nuevos tipos de plantas,
que cocinaban, y estas muestras de bienestar
aumentaban día a día así que avanzaba la pri-
mavera.
Apoyado en su hijo, el anciano solía pasear
un poco al mediodía cuando no llovía, pues tal
era el nombre que daban al agua que despren-
día el firmamento. Estas lluvias eran frecuentes,
pero los fuertes vientos pronto secaban la tierra,
y el tiempo se hizo mucho más agradable de lo
que había sido.
En el cobertizo mi ritmo de vida era unifor-
me. Contemplaba los movimientos de mis veci-
nos durante la mañana, y dormía cuando sus
quehaceres en el exterior les dispersaban. El
resto del día lo pasaba de modo similar. Cuan-
do se retiraban a descansar, si había luna o la
noche era estrellada, yo salía al bosque en busca