Page 326 - Frankenstein
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Capítulo 4
Pronto me llevaron ante la presencia del ma-
gistrado, un benévolo anciano de modales tran-
quilos y afables. Me observó, empero, con vier-
ta severidad, y luego, volviéndose hacia los que
allí me habían llevado, preguntó que quiénes
eran los testigos.
Una media docena de hombres se adelanta-
ron; el magistrado señaló a uno de ellos, que
declaró que la noche anterior había salido a
pescar con su hijo y su cuñado, Daniel Nugent,
cuando, hacia las diez, se había levantado un
fuertes viento del norte que les obligó a volver
al puerto. Era una noche muy oscura, pues la
luna aún no había salido. No desembarcaron en
el puerto sino, como solían hacer, en una rada a
unas dos millas de distancia. El iba delante con
los aparejos de la pesca, y sus compañeros le
seguían un poco más atrás. Andando así por la
playa, tropezó con algún objeto y cayó al suelo.
Sus compañeros se apresuraron para ayudarlo,