Page 356 - Frankenstein
P. 356

casa, destrozadas sus tierras, vaga sin hogar, sin
   recursos y solo, pero libre. Tal sería mi libertad,
   sólo que en Elizabeth poseía un tesoro, por des-
   ventura contrarrestado por los horrores del
   remordimiento que me perseguirían hasta la
   muerte. ¡Dulce y adorable Elizabeth! Leí y releí
   su carta, y noté cómo ciertos sentimientos de
   ternura se adueñaban de mi corazón y osaban
   susurrarme idílicas promesas de amor y felici-
   dad; pero la manzana había sido mordida, y el
   brazo del ángel se armaba para privarme de
   toda esperanza. Sin embargo, estaba dispuesto
   a morir por conseguir la felicidad de Elizabeth.
   Si el monstruo llevaba a cabo su amenaza, la
   muerte sería inevitable. Recapacitaba sobre el
   hecho de que mi matrimonio acelerara mi sino.
   Ciertamente mi destrucción se adelantaría así
   algunos meses; pero, por otra parte, si mi ver-
   dugo llegaba a sospechar que, influido por su
   amenaza, demoraba la ceremonia, urdiría otro
   medio de venganza quizá aún más terrible.
   Había jurado estar a mi lado en mi noche de bodas,
   351   352   353   354   355   356   357   358   359   360   361