Page 358 - Frankenstein
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nicaré esta historia de horrores y desgracias el
día siguiente a nuestra boda, pues debe reinar
entre nosotros, mi queridísima prima, una abso-
luta confianza. Pero hasta ese momento te rue-
go que no lo menciones o hagas alusión alguna
a ello. Te lo suplico de corazón, y confío en que
así sea.»
Una semana después de recibida la carta de
Elizabeth, llegábamos a Ginebra. Mi prima me
recibió con cálido afecto, mas los ojos se le lle-
naron de lágrimas al advertir mi aspecto des-
mejorado y mis febriles mejillas. Ella también
estaba cambiada. Estaba más delgada y había
perdido algo aquella deliciosa vivacidad que
tanto me cautivara antes; pero su dulzura y
mirada suave llena de compasión hacían de ella
una compañera mucho más idónea para el ser
hundido y apesadumbrado en el que yo me
había convertido.
La paz de la que ahora disfrutaba no duró.
Los recuerdos me asaltaban de nuevo, hacién-
dome enloquecer; y cuando pensaba en todo lo