Page 41 - Frankenstein
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del colegio, que compensaba esta deficiencia.
   Henry Clerval era hijo de un comerciante de
   Ginebra, íntimo amigo de mi padre, y un chico
   de excepcional talento e imaginación. Recuerdo
   que, cuando tenía nueve años, escribió un cuen-
   to que fue la delicia y el asombro de todos sus
   compañeros. Su tema de estudio favorito eran
   los libros de caballería y romances, y recuerdo
   que de muy jóvenes solíamos representar obras
   escritas por él, inspiradas en estos sus libros
   predilectos, siendo los principales personajes
   Orlando, Robin Hood, Amadís y San Jorge.
     Juventud más feliz que la mía no puede haber
   existido. Mis padres eran indulgentes y mis
   compañeros amables. Para nosotros los estu-
   dios nunca fueron una imposición; siempre
   teníamos una meta a la vista que nos espoleaba
   a proseguirlos. Esta era el método, y no la emu-
   lación, que nos inducía a aplicarnos. Con el fin
   de que sus compañeras no la dejaran atrás, a
   Elizabeth no se la orientaba hacia el dibujo. Sin
   embargo, se dedicaba a él motivada por el de-
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