Page 46 - Frankenstein
P. 46

le comuniqué mis descubrimientos a Elizabeth,
   pero el tema no le interesó y me vi obligado á
   continuar solo.
     Puede parecer extraño que en el siglo XVIII
   surja un discípulo de Alberto Magno, pero
   nuestra familia no era científica, y yo no había
   asistido a ninguna de las clases que se daban en
   la universidad de Ginebra. Así pues, mis sue-
   ños no se veían turbados por la realidad, y me
   lancé con enorme diligencia a la búsqueda de la
   piedra filosofal y el elixir de la vida. Pero era
   esto último lo que recibía mi más completa
   atención: la riqueza era un objetivo inferior;
   pero ¡qué fama rodearía al descubrimiento si yo
   pudiera eliminar de la humanidad toda enfer-
   medad y hacer invulnerables a los hombres a
   todo salvo a la muerte violenta!
     No  eran  éstos  mis  únicos  pensamientos.  Pro-
   vocar la aparición de fantasmas y demonios era
   algo que mis autores predilectos prometían que
   era fácil, cumplimiento que yo ansiaba fervoro-
   samente conseguir. Atribuía el que mis hechi-
   41   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51