Page 45 - Frankenstein
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tengo la seguridad de que hubiera perdido el
   interés por Agrippa. Probablemente, sensibili-
   zada como tenía la imaginación, me hubiera
   dedicado a la química, teoría más racional y
   producto de descubrimientos modernos. Es
   incluso posible que mi pensamiento no hubiera
   recibido el impulso fatal que me llevó a la rui-
   na. Pero la indiferente ojeada de mi padre al
   volumen que leía en modo alguno me indicó
   que él estuviera familiarizado con el contenido
   del mismo, y proseguí mi lectura con mayor
   avidez.
     Mi primera preocupación al regresar a casa
   fue hacerme con la obra completa de este autor
   y, después, con la de Paracelso y Alberto Mag-
   no. Leí y estudié con gusto las locas fantasías de
   estos escritores. Me parecían tesoros que, salvo
   yo, pocos conocían. Aunque a menudo hubiera
   querido comunicarle a mi padre estas secretas
   reservas de mi sabiduría, me lo impedía su im-
   precisa desaprobación de mi querido Agrippa.
   Por tanto, y bajo promesa de absoluto secreto,
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