Page 138 - Frankenstein
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vinó la razón de mi visita. Se habían echado las
   bolas y eran todas negras; Justine había sido
   condenada.
     No intentaré explicar lo que sentí. Había ex-
   perimentado ya antes sensaciones de horror, las
   cuales me he esforzado por describir, pero no
   existen palabras que definan la nauseabunda
   desesperación de aquel momento. El funciona-
   rio entonces añadió que Justine ya había confe-
   sado su culpabilidad.
     ––Lo cual apenas era necesario ––añadió–– en
   un caso tan evidente. Pero me alegro; a ninguno
   de nuestros jueces le gusta condenar a un cri-
   minal por pruebas circunstanciales, por decisi-
   vas que parezcan.
     Cuando regresé a casa, Elizabeth me pregun-
   tó ansiosamente por el resultado.
     Querida prima      contesté––, han decidido
   lo que ya esperábamos. Todos los jueces prefie-
   ren condenar a diez inocentes antes de que se
   escape un culpable. Pero ella ha confesado.
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