Page 275 - Frankenstein
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ser la razón de esto; pero ayer tuve una idea, y
   te ruego que, si estoy en lo cierto, me la confir-
   mes. Cualquier reserva a este respecto no sólo
   sería injustificada, sino que aumentaría nues-
   tras preocupaciones.
     Al oír estas palabras me puse a temblar, pero
   mi padre continuó:
     ––Te confieso, hijo, que siempre he deseado
   tu matrimonio con tu prima, considerándolo el
   centro de nuestra felicidad doméstica y el bácu-
   lo de mis postreros años. Os habéis sentido
   muy unidos desde niños; estudiabais juntos, y
   parecíais, por gustos y aficiones, idóneos el uno
   al otro. Pero somos tan ciegos los humanos, que
   las cosas que yo consideraba favorables a este
   proyecto quizá hayan sido precisamente las que
   lo hayan destruido por completo. Puede que tú
   la consideres como una hermana, y no tengas
   ningún deseo de que se convierta en tu esposa.
   Es incluso posible que hayas conocido a otra
   mujer  a  la  cual  ames  y  que,  considerándote  li-
   gado a tu prima por razones de honor, te deba-
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