Page 375 - Frankenstein
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gando en el agua igual que lo habían hecho
pocas horas antes bajo la mirada de Elizabeth.
Nada hay tan doloroso para la mente humana
como un cambio brusco y profundo. Podía bri-
llar el sol, o las nubes ensombrecer el cielo; para
mí ya nada podía volver a ser lo mismo que el
día anterior. Un infame me había arrebatado
todas mis esperanzas de felicidad. No habrá
habido jamás criatura tan desgraciada como yo;
suceso tan espeluznante es único en la historia
del hombre.
Pero para qué narrar los acontecimientos que
siguieron a esta tragedia. El horror ha llenado
toda mi vida; había llegado al punto culminante
del sufrimiento, y lo que resta no puede más
que aburrirle. Uno a uno me fueron arrebatados
aquellos a quienes amaba; y me quedé solo. No
tengo ya fuerzas; y explicaré lo que queda de
mi horrenda narración en pocas palabras.
Llegué a Ginebra. Mi padre y Ernest aún viví-
an; pero el primero se hundió ante la trágica
nueva que traía. ¡Cómo le recuerdo!, ¡padre