Page 157 - Vuelta al mundo en 80 dias
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catás-trofe. Algunas veces se acordaba de Fix, pero sin encono, porque al fin, equivocado el
agente, como todo el mundo, respecto de Phileas Fogg, no había hecho otra cosa que
cumplir con su deber siguién-dolo hasta prenderlo, mientras que él... Esta idea lo abrumaba
y se consideraba como el último de los miserables.
Cuando estas eflexiones le hacían insoportable la soledad, llamaba a la puerta del cuarto de
Aoui-da, entraba y se sentaba en un rincón, sin decir nada, mirando a la joven, que seguía
estando pen-sativa.
A cosa de las siete y media de la tarde, mister Fogg hizo preguntar a mistress Aouida, si lo
podía recibir, y algunos instantes después, la joven y él estaban solos en el cuarto de ésta.
Phileas Fogg tomó una silla y se sentó junto a la chimenea, enfrente de Aouida, sin
descubrir por su semblante emoción alguna. El Fogg de regreso, era exactamente el Fogg
de partida. Igual calma e idéntica impasibilidad.
Estuvo sin hablar cinco minutos, y luego, elevan-do su vista hacia Aouida, le dijo:
Señora, ¿me perdonaréis el haberos traído a Inglaterra?
¡Yo, mister Fogg! respondió Aouida, compri miendo los latidos de su corazón.
Pen nitidme acabar. Cuando tuve la idea de lle-varos lejos de aquella región tan
peligrosa para vos, yo era rico, y esperaba poner una parte de mi fortuna a vuestra
disposición. Vuestra existencia hubiera sido feliz y libre. Ahora estoy arruinado.
Lo sé, mister Fogg, y a mi vez os pregunto si me perdonáis el haberos seguido, y, ¿quién
sabe? El haber contribuido, quizá, a vuestra ruina, atrasando vuestro viaje.
Señora, no podíais permanecer en la India, y vuestra salvación no quedaba asegurada sino
alejándo-os bastante para que aquellos fanáticos no pudieran apresaros de nuevo.
Así, pues, mister Fogg, no satisfecho con librar-me de una muerte horrible, ¿os creíais
obligado, ade-más, a asegurarme una posición en el extranjero?
Sí, señora. Pero los sucesos me han sido contra-rios. Sin embargo, os pido que me
permitáis disponer en vuestro favor de lo poco que me queda.
Y vos, ¿qué vais a hacer?
Yo, señora, no necesito nada dijo con frialdad el gentleman.
Pero, ¿de qué modo consideráis la suerte que os aguarda?
Como conviene hacerlo.
En todo caso, la miseria no puede cebarse en un hombre como vos. Vuestros amigos...