Page 158 - Vuelta al mundo en 80 dias
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No tengo amigos, señora.
Vuestros parientes...
No tengo parientes.
Entonces, os compadezco, mister Fogg, porque el aislamiento es cosa bien triste. ¡Cómo!
No hay un solo corazón con quien desahogar vuestras pesadum-bres; sin embargo, se dice
que la miseria entre dos es soportable.
Así lo dicen, señora.
Mister Fogg dijo entonces Aouida, levantán-dose y dando su mano al gentleman ;
¿queréis tener a un tiempo pariente y amiga? ¿Me queréis para mujer?
Mister Fogg, al oír esto, se levantó. Había en sus ojos un reflejo insólito y una especie de
temblor en los labios. Aouida le estaba mirando. La sinceridad, la rectitud, la firmeza y
suavidad de esta mirada de una noble mujer que se atreve a todo para salvar a quien se lo ha
dado todo, le admiraron primero y después lo cautivaron. Cerró un momento los ojos, como
queriendo evitar que aquella mirada le pene-trase todavía más, y, cuando los abrió, dijo
sencilla-mente:
Os amo; en verdad, por todo lo que hay de más sagrado en el mundo, os amo y soy todo
vuestro.
¡Ah! Exclamó mistress Aouida, llevando la mano al corazón.
Llamaron a Picaporte, y cuando se presentó, mis-ter Fogg tenía aún entre sus manos la de
mistress Aouida, Picaporte comprendió, y su ancho rostro se tomó radiante como el sol en
el cenit de las regiones tropicales.
Mister Fogg le preguntó si no sería tarde para avi-sar al reverendo Samuel Wilson, de la
parroquia de Mari le Bone.
Picaporte, con la mejor sonrisa del mundo, dijo:
Nunca es tarde.
Eran las ocho y cino minutos.
¿Será para mañana, lunes? preguntó Pica-porte.
¿Para mañana, lunes? dijo Fogg, mirando a la joven Aouida.
Para mañana, lunes respondió la joven.