Page 65 - Vuelta al mundo en 80 dias
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una travesía de tres mil qui-nientas millas, o sea de once a doce días, la joven no fue viajera
de difícil acomodo.
Durante los primeros días de la travesía, mistress Aouida contrajo mayor intimidad con
Phileas Fogg. En todas ocasiones le manifestaba el más vivo recono-cimiento. El flemático
gentleman la escuchaba, en apariencia al menos, con la mayor frialdad, sin que una
entonación ni un ademán revelasen la más ligera emoción. Cuidaba que nada faltase a la
joven. A cier-tas horas acudía regularmente, si no a hablar, al menos a escucharla. Cumplía
con ella los deberes de urbani-dad más estricta, pero con la gracia y la imprevisión de un
autómata cuyos movimientos se hubiesen dispues-to para ese fin. Aouida no sabía qué
pensar de ello, pero Picaporte le había explicado algo de la excéntri-ca personalidad de su
amo. Le había instruido de la apuesta que le hacía dar la vuelta al mundo. Mistress Aoulda
se había sonreído; pero al fin te debía la vida, y su salvador no podía salir perdiendo en que
ella lo viese al través de su reconocimiento. .
Mistress Aouida confirmó la noticia que el guía indio había hecho de su interesante
historia. Pertenecía ella, en efecto, a esa raza que ocupa el primer lugar entre los indígenas.
Varios negociantes parsis han hecho grandes fortunas en las Indias en el comercio de
algodones. Uno de ellos, sir James Jejeebloy, ha sido ennoblecido por el gobierno inglés, y
Aouida era pariente de ese rico personaje que habitaba en Bom-bay. Contaba ella con
encontrar en Hong Kong al honorable Jejeeh, primo de sir Jejeebloy. ¿Hallaría allí refugio
y protección? No podría asegurarlo, y a eso respondía mister Fogg que no se inquietara
porque todo se arreglaría matemáticamente. Estas fueron sus palabras.
¿Comprendía lajoven viuda la significación de tan horrible adverbio? No se sabe; pero sus
hermosos ojos, límpidos como los sagrados lagos del Himalaya, se fijaban sobre los de
Fogg, quien, tan intratable y tan abotonado como siempre, no parecía dispuesto a arro-jarse
en el referido lago.
Esta primera parte de la travesía del "Rangoon" se efectuó con excelentes condiciones. El
tiempo era bonancible, y toda la porción de la inmensa bahía que los marineros llaman los
"brazos del Bengala", se mostró favorable a la marcha del vapor.
El "Rangoon" no tardó en cruzar por delante del Gran Andaman, que era la principal isla de
un grupo que los naveganes divisan desde lejos, por su pintores-ca montaña de Saddle
Peek, de dos mil cuatrocientos pies de altura.
Se fue siguiendo la costa de bastante cerca. Los salvajes papúas de la isla no se mostraron.
Son unos seres colocados en el último grado de la escala huma-na, pero que han sido
indudablemente considerados como antropófagos.
El desarrollo panorámico de las islas era soberbio. Inmensos bosques de palmeras asiáticas,
arecas, bam-búes, moscadas, tecks, mimosas gigantescas, helechos arborescentes cubrían el
primer plano del país, perfi-lándose atrás los elegantes contornos de las montañas. Sobre la
costa pululaban a millares esas preciosas salanganas, cuyos nidos comestibles son un
manjar muy apetitoso en el Celeste Imperio. Pero todo este espectáculo variado, ofrecido a