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En Montmartre, Cloe acariciaba en ese momento una papelera. Intentó disimular y se sacó un papel
del bolsillo para tirarlo. Nadie se percató de la broma del Poulbot, que siempre la trasladaba en el
momento menos oportuno.
La familia no entendía cómo la chica, tan enérgica unos segundos antes, parecía estar exhausta. Y es
que este Poulbot se las arreglaba para que el tiempo no pasara en la plaza. Así nadie se preocupaba
por su ausencia.
“Este Poulbot es un tipo listo”, pensó Cloe.