Page 140 - Romeo y Julieta - William Shakespeare
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(Desencaja la puerta del monumento.)

                     ¡Oh amor mío, esposa mía! La muerte, que ha extraído la miel de tu aliento, no ha tenido
                  poder aún sobre tu hermosura; no has sido vencida; el carmín, distintivo de la belleza, luce
                  en tus labios y mejillas, do aún no ondea la pálida enseña de la muerte. -¡Oh, Julieta!, ¿por
                  qué luces tan encantadora todavía? -Aquí, aquí voy a establecer mi eternal permanencia, a
                  sacudir del yugo de las estrellas enemigas este cuerpo cansado de vivir.

                  (Se apodera del pomo.)

                     ¡Ven, amargo conductor, ven, repugnante guía! ¡Piloto desesperado, lanza ahora de un
                  golpe, contra las pedregosas rompientes, tu averiado, rendido bajel! ¡Basta! -¡Por mi amor!

                  (Apura el veneno.)

                     ¡Una postrer mirada, ojos míos! ¡Brazos, estrechad la vez última! Y vosotros, ¡oh
                  labios!, sellad las puertas de este aliento con un ósculo legítimo.

                  (Despierta JULIETA.)

                     ¡Poco a poco! -¡Respira y se mueve!

                     JULIETA. ¿Dónde estoy? ¡Amparádme, espíritus celestes!

                     ROMEO. ¡Habla, vive! Sí, ¡aún podemos ser felices! Mi buena, propicia estrella, me
                  indemniza al presente de todos los pasados sufrimientos. -Levántate, levántate, Julieta mía,
                  deja que de este antro de muerte, de esta mansión de horror, te trasporte sin demora a los
                  brazos de tu Romeo, que en ellos infunda en tus labios vital aliento y te vuelva mi alma a la
                  vida y al amor.

                  (La levanta.)

                     JULIETA. ¡Dios mío! ¡Qué frío hace! -¿Quién está ahí?

                     ROMEO. Tu esposo, tu Romeo, Julieta; vuelto de la desesperación a una inefable
                  alegría. Deja, deja este lugar y huyamos juntos.

                  (La saca do la tumba.)

                     JULIETA. ¿Por qué así me violentáis? - Jamás consentiré, pueden faltarme las fuerzas,
                  pero es invariable mi voluntad. -No quiero casarme con Paris. ¡Romeo es mi consorte!

                     ROMEO. Romeo es tu consorte; ese Romeo soy yo. Ni todo el contrario poder de la
                  tierra o de los hombres romperá nuestro vínculo, ni te arrancará de mi corazón.
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