Page 142 - Romeo y Julieta - William Shakespeare
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FRAY LORENZO. ¡San Francisco, sea mi auxiliar! ¡Cuántas veces esta noche han
                  tropezado contra tumbas mis añosos pies! -¿Quién está ahí? -¡Ay!, ¡ay!, ¿qué sangre es ésta
                  que mancha el pétreo umbral de este sepulcro?

                     JULIETA. ¿Quién está ahí?

                     LORENZO. ¡Cielos! ¡Julieta en sí! ¡Y Romeo muerto! -¡Y también Paris! ¡Ah! ¿Qué
                  desapiadada hora es culpable de este lamentable suceso?

                     JULIETA. Ahí está aún y yo le tengo bien; no le arrancarán de mis brazos.


                     FRAY LORENZO. ¡Cordura, señora!

                     JULIETA. ¡Cordura! ¡Ah! Padre maldito. ¡Hablas de cordura a una tal desventurada!

                     FRAY LORENZO. ¡Oh, error fatal! Alza, bella infeliz, y abandona esta escena de
                  muerte.

                     JULIETA. No te me acerques; -o este puñal va a vengar la muerte de mi Romeo.

                  (Saca un puñal.)

                     FRAY LORENZO. No me admira; el dolor te vuelve loca.


                  (Voces fuera que gritan: ¡Venid, venid!)

                     ¿Qué ruido es ése? -Huyamos, querida Julieta. Un poder superior, al que no podemos
                  resistir, ha desconcertado nuestros designios. Ven, huyamos. Desgraciada mujer, yo te haré
                  entrar en una comunidad de santas religiosas.

                  (Voces fuera: ¿Por dónde? ¿por dónde?)

                     Basta de querellas; la ronda llega. -Ea, ven, querida Julieta. -No me atrevo a permanecer
                  más tiempo.

                  (Escapa.)

                     JULIETA. Sal, aléjate de aquí; pues yo no quiero partir. -¿Qué es esto? ¡Ah! ¡El
                  prematuro fin de Romeo! -¡Avaro! Tomárselo todo, sin dejar ni una gota amiga para
                  ayudarme a ir tras él! Quiero besar tus labios; ¡acaso exista aún en ellos un resto de veneno!

                  (Voces fuera: Condúcenos, paje; ¿por dónde?)

                      ¡Ruido aún! Apresurémonos pues. -¡Oh, dichoso puñal! Esta es tu vaina; reposa ahí y
                  déjame morir.
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