Page 24 - Matilda
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operación por encima del borde de su libro.
—¿Qué pasa, papá? —preguntó—. ¿Se te ha hinchado de pronto la cabeza o
algo así?
El padre miró a su hija recelosamente, pero no dijo nada. ¿Cómo iba a
hacerlo? Su mujer le dijo:
—Tiene que ser pegamento. No puede ser otra cosa. Eso te enseñará a no
manejar un producto como ése. Supongo que estarías intentando pegar otra
pluma en el sombrero.
—¡Yo no he tocado ese asqueroso producto! —rugió el señor Wormwood.
Se volvió y miró otra vez a Matilda, que le devolvió la mirada con sus grandes
e inocentes ojos castaños.
La señora Wormwood le dijo:
—Deberías leer las etiquetas antes de usar productos peligrosos. Sigue
siempre las instrucciones.
—¿De qué diablos estás hablando, estúpida? —gritó el señor Wormwood,
sujetando el ala del sombrero para evitar que alguien intentara quitárselo de
nuevo—. ¿Me crees tan idiota como para haberme pegado esto a la cabeza a
propósito?
Matilda dijo:
—Un chico que vive en esta calle se metió un dedo en la nariz sin darse
cuenta de que tenía un poco de pegamento en él.
—¿Qué le pasó? —farfulló el señor Wormwood, sobresaltado.
—Se le quedó pegado el dedo dentro de la nariz —dijo Matilda— y tuvo que
ir así durante una semana. La gente le decía que no se hurgara la nariz, pero no
podía hacer nada. Iba haciendo el ridículo.