Page 28 - Matilda
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El fantasma
      E  N  el  hogar  de  los  Wormwood  hubo  relativa  calma  durante  unas  semanas,
        aproximadamente,  tras  el  episodio  del  pegamento.  Resultó  evidente  que  la
      experiencia había escarmentado al señor Wormwood, que perdió temporalmente
      su costumbre de presumir y fanfarronear.
        Luego, de repente, volvió a atacar. Puede que hubiera tenido un mal día en el
      garaje y no hubiera vendido suficientes coches de segunda mano de pacotilla.
      Hay muchas cosas que vuelven irritables a un hombre cuando llega a casa del
      trabajo, y una mujer lista aprecia por lo general los síntomas de tormenta y lo
      deja solo hasta que se calma.
        Cuando el señor Wormwood regresó esa tarde del garaje, su rostro era tan
      tenebroso  como  una  nube  de  tormenta  y  alguien  iba  a  sufrir  pronto  el  primer
      embate. Su mujer notó inmediatamente los síntomas y se esfumó. Matilda estaba
      acurrucada en un sillón, en un rincón, totalmente absorta en un libro. El señor
      Wormwood conectó la televisión. La pantalla se iluminó y el programa comenzó
      a  atronar  la  habitación.  El  señor  Wormwood  miró  a  Matilda.  Ésta  no  se  había
      movido. Estaba entrenada para cerrar los oídos al espantoso sonido de la temible
      caja. Siguió leyendo y eso, por algún motivo, enfureció a su padre. Puede que su
      enfado aumentara al ver que ella disfrutaba con algo que no estaba a su alcance.
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