Page 32 - Matilda
P. 32

ambas manos. En el comedor había una gran chimenea y colocó la jaula en la
      campana de aquélla, fuera de la vista. No le resultó fácil, pero finalmente se las
      arregló para colocarla.
        —¡Hola, hola, hola! —repitió el loro—. ¡Hola, hola!
        —¡Cállate, idiota! —ordenó Matilda, y fue a lavarse las manos para quitarse
      el hollín.
        Esa noche, mientras la madre, el padre, el hermano y Matilda cenaban como
      de  costumbre  en  la  sala  de  estar,  frente  a  la  televisión,  llegó  del  comedor,  a
      través del vestíbulo, una voz fuerte y clara. Dijo: « ¡Hola, hola, hola!» .


















        —¡Harry!  —exclamó  sobresaltada  la  madre,  poniéndose  blanca—.  ¡En  la
      casa hay alguien! ¡He oído una voz!
        —¡Yo también! —dijo el hermano.
        Matilda se puso en pie de un brinco y apagó el televisor.
        —¡Chiss! —ordenó—. ¡Escuchad!
        Todos dejaron de comer y se quedaron muy tensos, con el oído atento.
        De nuevo escucharon la voz:
        —¡Hola, hola, hola!
        —¡Está ahí! —exclamó el hermano.
        —¡Son ladrones! —susurró la madre—. ¡Están en el comedor!
        —Creo que sí —dijo el padre, sin moverse.
   27   28   29   30   31   32   33   34   35   36   37