Page 36 - Matilda
P. 36

taladradora  eléctrica  en  los  cables  del  cuentakilómetros,  un  chafarrinón  de
      pintura aquí y allá y algunos otros pequeños trucos y los idiotas se desviven por
      comprarlos.
        Sacó una hojita de papel del bolsillo y la examinó.
        —Escucha,  chico  —continuó,  dirigiéndose  al  hijo  e  ignorando  a  Matilda—.
      Dado que algún día estarás metido en este negocio conmigo, tienes que aprender
      a calcular al final de cada día los beneficios obtenidos. Trae un bloc y un lápiz y
      veamos lo inteligente que eres.
        El  hijo  salió  obedientemente  de  la  habitación  y  regresó  con  los  objetos  de
      escritura solicitados.
        —Anota estas cifras —dijo el padre, leyendo su hojita de papel—. Compré el
      coche  número  uno  por  doscientas  setenta  y  ocho  libras  y  lo  vendí  por  mil
      cuatrocientas veinticinco. ¿Lo has entendido?
        El  chico  de  diez  años  anotó,  lenta  y  cuidadosamente,  las  dos  cifras  por
      separado.
        —El  coche  número  dos  —prosiguió  el  padre—  me  costó  ciento  dieciocho
      libras y lo vendí por setecientas sesenta. ¿Entendido?












        —Sí, papá —dijo el hijo—. Lo he entendido.
        —El coche número tres costó ciento once libras y se vendió por novecientas
      noventa y nueve libras y cincuenta peniques.
        —Repítelo otra vez —pidió el hijo—. ¿Por cuánto se vendió?
   31   32   33   34   35   36   37   38   39   40   41