Page 38 - Matilda
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—Papá, ganaste exactamente cuatro mil trescientas tres libras y cincuenta
peniques.
—No te metas en esto —dijo el padre—. Tu hermano y yo estamos ocupados
en altas finanzas.
—Pero, papá…
—¡Cállate! —dijo el padre—. Deja de calcular e intentar parecer inteligente.
—Mira tu cifra, papá —dijo amablemente Matilda—. Si la has calculado
bien, tiene que ser cuatro mil trescientas tres libras y cincuenta peniques. ¿Es lo
que te da a ti, papá?
El padre echó un vistazo al papel que tenía en la mano. Parecía haberse
quedado rígido. Estaba muy tranquilo. Hubo un silencio. Luego dijo:
—Repítelo.
—Cuatro mil trescientas tres libras y cincuenta peniques —dijo Matilda.
Hubo otro silencio. El rostro del padre estaba empezando a ponerse rojo.
—Estoy segura de que es ésa —dijo Matilda.
—¡Tú… tú, tramposa! —gritó de repente el padre, señalándola con el dedo—.
¡Lo has visto en mi papel! ¡Has leído lo que tengo aquí escrito!
—Estoy en el otro lado de la habitación —dijo Matilda—. ¿Cómo podría
verlo?
—¡No digas tonterías! —gritó el padre—. ¡Claro que lo has visto! ¡Tienes que