Page 41 - Matilda
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raya en medio, y de la que se sentía extremadamente orgulloso.
—Un buen pelo —le encantaba decir— significa que hay un buen cerebro
debajo.
—Como Shakespeare —comentó una vez Matilda.
—¿Como quién?
—Como Shakespeare, papi.
—¿Era inteligente?
—Mucho, papi.
—Tendría un montón de pelo, ¿no?
—Era calvo, papi.
A lo cual, el padre respondió con brusquedad.
—Si no sabes decir cosas sensatas, cierra el pico.
Sea como sea, el señor Wormwood conservaba su pelo fuerte y reluciente o,
al menos, así lo creía él, frotándose todas las mañanas con grandes cantidades de
una loción llamada ACEITE DE VIOLETAS. TÓNICO CAPILAR. Siempre
había un frasco de esta perfumada mezcla de color violáceo en la repisa de
encima del lavabo, junto a los cepillos de dientes, y todos los días el señor
Wormwood se daba un vigoroso masaje en el cuero cabelludo con ACEITE DE
VIOLETAS, una vez que terminaba de afeitarse. Acompañaba este masaje
capilar y del cuero cabelludo con fuertes gruñidos masculinos y profundos
resuellos y exclamaciones de « ¡Ah, así está mejor! ¡Así, hasta las raíces!» , que
Matilda percibía con toda claridad desde su dormitorio, al otro lado del pasillo.
En la temprana intimidad del cuarto de baño, Matilda desenroscó la tapa del
ACEITE DE VIOLETAS de su padre y vertió tres cuartas partes de su contenido