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LA CONFIRMACIÓN
              En  1888, un profesor de  Física  alemán
              llamado Heinrich Hertz (1857-1894)  en-
              señaba  a  sus  alumnos  la  confirmación
              experimental  de  las  teorías  de James
              Clerk Maxwell. Una mañana de ese mis-
              mo año,  Hertz llevó a su  clase un par de
              instrumentos diseñados y  construidos
              por él  mismo. Uno de ellos era  un emi-
              sor de ondas electromagnéticas y el otro
              era  un  receptor.  Puso cada uno en  una
              esquina de la  clase y  como claramente
              había predicho el genio de Escocia, Hertz
              hizo saltar una chispa en el  receptor al
              encender el  emisor. Como si  de un truco
              de magia se tratara, Hertz había enviado
              una onda electromagnética misteriosa y   El físico alemán Heinrich Hertz.
              sutil que provocó el  chispazo en  el  otro
              circuito. Si lo pensamos detenidamente, que un circuito eléctrico provoque un
              chispazo en otro separado casi una decena de metros nos tiene que parecer
              pura y simple magia. Tras la demostración, uno de sus estudiantes le preguntó
              si  eso tendría algún día un uso práctico. Hertz contestó:
                  De ninguna manera. Esto es simplemente un interesante experimento de laboratorio
                  que prueba que Maxwell tiene razón. No veo ninguna aplicación para esta misteriosa
                  e invisible energía electromagnética.

              Heinrich Hertz era un gran físico, pero un pésimo profeta. Si no hubiera muerto
              en 1894, cuando solo contaba con treinta y seis años, se  habría dado cuenta
              de su  error, dado que justo al  año siguiente otro joven italiano, Guglielmo
              Marchese Marconi (1874-1937), utilizando el instrumento diseñado por Hertz,
              transmitía y recibía un mensaje en casa de su  padre en  Bolonia.





                        Así empezaba el artículo:

                        La teoría que propongo podría llamarse una teoría del campo elec-
                        tromagnético, porque tiene que ver con el espacio situado en la
                        vecindad de los cuerpos eléctricos y magnéticos, y puede llamarse
                        una teoría dinámica porque supone que en el espacio hay materia





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