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lar que hasta Napoleón, aun estando en guerra contra Inglaterra,
premió a Davy con el prestigioso premio Bonaparte del Instituto
de Francia. Faraday, por su parte, descubrió el benceno en 1825,
que más tarde desempeñaría un papel crucial en los trabajos de
August Kekulé (1829-1896) sobre la estructura molecular.
SUS PRIMEROS DESCUBRIMIENTOS
Pese a que Davy le dijo a Faraday que su trabajo empezaría sim-
plemente como limpiador de tubos de ensayo y labores similares,
él mantuvo su ánimo impertérrito, aprendiendo de cada una de las
oportunidades que se le brindaban para hacer verdadera ciencia.
Poco después, en octubre de 1814, Davy solicitó también
a Faraday que se convirtiera en su ayudante de cámara en sus
viajes al extranjero, lo cual, en otra persona sin la modestia de
Faraday, habría constituido una humillación insoportable: limpia-
dor de tubos de ensayo y, además, criado. Pero Faraday tampoco
desestimó la oportunidad de viajar con Davy, pudiendo visitar
así la ciudad de París y otras de Italia, como Génova, Florencia,
Roma, N ápoles o Milán, lo que le permitió conocer a algunos de
los mejores científicos de Europa, como Alessandro Volta, que ya
contaba con setenta años, y André-Marie Ampere, cuyas publi-
caciones había leído Faraday con avidez mientras encuadernaba
libros en la tienda de Riebau. Faraday, que siempre llevaba encin1a
su diario, tomaba nota de cualquier detalle que no quisiera olvidar
nunca, así que hoy en día podemos leer lo siguiente a propósito
de su visita a N ápoles, donde ascendieron por el monte Vesubio:
Se tendían manteles sobre la lava humeante, surgiendo inmediata-
mente pan, pollos, patos, queso, vino, agua y huevos cocidos en la
montaña, e improvisándose una comida en este lugar. [ ... ] Después
de comer y beber se elevaron las copas por la vieja Inglaterra y se
cantó el God Save the King y el Rule Britannia. Luego, un caballero
oriundo de Rusia cantó dos canciones de aquel país, muy agradables
y de música muy extraña y conmovedora.
48 LA CHISPA QUÍMICA