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y que nos han enseñado desde la niñez. Ciertamente, su descubri-
miento es digno de todo encomio y las enunciamos aquí como su
más conocida contribución a la ciencia actual:
- Primera: La órbita de un planeta es una elipse, en uno de
cuyos focos está el Sol.
- Segunda: El segmento que une el Sol y un planeta traza
áreas iguales en tiempos iguales.
- Tercera: El cuadrado de los períodos del movimiento de
traslación de los planetas alrededor del Sol es proporcio-
nal al cubo de sus distancias medias al Sol.
Téngase presente que para Kepler el sistema planetario era
prácticamente el mundo entero. El resto eran estrellas fijas sin
tanto interés como el Sol y los planetas, que ocupaban el centro
del universo. Pero pese a toda la admiración, veneración incluso,
con que la ciencia actual aplaude el hallazgo de estas tres famosas
leyes, no es, quizá, su más destacada contribución a la astronomía
moderna.
Kepler fue, muy probablemente, el primer astrofísico, quien
primero pensó que la física y la astronomía no eran diferentes y
que había que buscar causas físicas en el movimiento de los as-
tros. Anteriormente siempre se había buscado un modelo geomé-
trico que reprodujera los movimientos. En su mente convivieron
la abuela (la astrología), la madre (la astronomía) y la hija (la as-
trofísica). Su pretensión de aunar física y astronomía fue criticada
en su tiempo por colegas muy cercanos. Este interés astrofísico
de Kepler se refleja en esta obra con todo un cªpítulo, el tercero,
destacando especialmente su concepto de la «gravedad». Real-
mente, Kepler nunca empleó esa palabra, pero resumamos sus
pensamientos pioneros aunque dispersos en varios de sus nume-·
rosos y prolijos escritos:
- El Sol es el centro del universo. De él emanaba una fuerza,
similar a la magnética, que era la que movía los planetas.
12 INTRODUCCIÓN