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y aniquilación de partículas. Además, toda partícula pasaba a ser
                    también onda, y toda onda -como la luz- partícula. La nueva fí-
                    sica mantenía palabras antiguas pero transformando radicalmente
                    su significado.
                        Con Bohr también entenderemos que  la tarea de muchos
                    científicos no es únicamente trabajar en el laboratorio, escribir
                    fórmulas o teorías, y asistir a congresos.  Sus obligaciones tam-
                    bién pueden incluir saber cómo conseguir financiación para los
                    centros de investigación,· y saber cómo gestionar tales recursos.
                    En este ámbito Bohr fue un artífice, consiguiendo crear de la nada
                    un gran instituto de física en su Dinamarca natal, instituto que se
                    convirtió en el centro de la revolución cuántica en las décadas de
                    1920 y 1930. Por aquella institución pasaron todos los físicos rele-
                    vantes en la historia de la génesis de la mecánica cuántica, y Bohr
                    actuó como catalizador de estos profundos cambios.
                        De hecho, una de las interpretaciones habituales de la física
                    cuántica es la llamada «interpretación de Copenhague», que Bohr
                    formuló en 1927. En tal aproximación se pusieron en jaque ideas
                    como el determinismo causal, la trayectoria de una partícula o
                    el concepto mismo de partícula localizada en el espacio-tiempo.
                    Esta interpretación le llevó a enfrentarse con Einstein, quien no
                    aceptaba el indeterminismo en la física propuesto por Bohr. Para
                    el científico alemán las probabilidades a la hora de predecir los
                    posibles resultados de un experimento eran el fruto de nuestra
                    ignorancia; para Bohr la contingencia -la posibilidad de que algo
                    suceda o no- era intrínseca al mundo mismo y no tiene ningún
                    sentido pretender ir más allá de las predicciones probabilistas
                    cuando se trata de fenómenos atómicos y nucleares.
                        La carrera de Bohr estuvo muy marcada por las dos guerras
                    mundiales. La primera estalló justo cuando él formulaba los prin-
                    cipios de su modelo atómico, y provocó que la recepción de su
                    teoría se viera afectada por la falta de comunicación en la comu-
                    nidad científica propia de los tiempos de guerra. Pero, al mismo
                    tiempo, la neutralidad de Dinamarca le permitió seguir trabajando
                    durante el conflicto y, una vez terminada la guerra, usar tal neutra-
                    lidad para convertir su recién creado Instituto de Física Teórica
                    en el lugar donde científicos procedentes de todos los países, ya





         10         INTRODUCCIÓN
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