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enfrente de su casa ... Al final, tras dar una clase, se descubrió a sí
                     mismo hablando de forma ininteligible. Un escáner cerebral en-
                     contró que un derrame estaba ejerciendo una presión sobre el te-
                    jido cerebral y fue  operado de  urgencia.  Años  más tarde se le
                     descubrió un cáncer abdominal que se le reprodujo en octubre de
                     1987 y los médicos decidieron realizar un último intento para eli-
                     minarlo. Agotado y sin apetito, los médicos de la unidad de cuida-
                     dos intensivos le descubrieron una úlcera duodenal y que el único
                     riñón que aún funcionaba empezaba a fallar.  La diálisis no servía
                     de mucho y Feynrnan se negó a pasar más veces por la máquina
                     para que le prolongara la vida solo unas cuantas semanas. Enton-
                     ces, le dijo a su hija Michelle,  «voy a morir», en un tono que ella
                     recordaría corno «lo he decidido». La administración de morfina y
                     oxígeno fue su única concesión a la medicina paliativa. Los médi-
                     cos le comunicaron que le quedaban cinco días.  Poco a poco iba
                     perdiendo la consciencia. Hablar se convertía en un esfuerzo so-
                     brehumano. Al final le dijo a Gweneth su última frase, que segura-
                     mente tenía preparada: «Odiaría morir dos veces. Es tan aburrido».
                     Poco antes de la medianoche del 15 de febrero de  1988, Richard
                     Phillips Feynrnan dejaba este mundo. Tenía sesenta y nueve años.
                         Enfrentados a la muerte, los seres humanos no buscarnos las
                     respuestas correctas, sino aquellas que nos reconfortan. Necesita-
                     rnos certezas para vivir; certezas, reales o ilusorias, que apaguen
                     la angustia de la muerte. Feynrnan no pensaba de esa forma:

                         Puedo vivir con la duda y la incertidumbre y sin saber. Creo que es
                        mucho más interesante vivir sin saber que tener una respuesta que
                        pueda ser errónea. Tengo respuestas aproximadas y creencias con
                         diferente grado de certeza sobre diferentes cosas, pero no estoy
                        absolutamente seguro de nada .. No siento miedo de no saber cosas,
                                                 .
                        de estar perdido en un universo misterioso sin propósito alguno, que
                        es, hasta donde yo sé, como es en realidad. No me asusta.

                        Así era Feynrnan.
                        Al día siguiente de su muerte, dos estudiantes subieron al te-
                    jado de la Biblioteca Millikan del Caltech y colgaron una pancarta:
                     «Te querernos Dick».






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