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gamente se quejaba en carta a algún amigo de que en Hanóver no
                      tenía nadie con quien hablar de temas importantes.  En 1689,  a
                      su paso por Roma, fue elegido miembro de la Academia Físico-
                      Matemática.
                          También continuaba con sus polémicas con otros intelectua-
                      les por temas científicos y filosóficos. Durante toda su vida, Leibniz
                      fue bastante critico con la filosofía y ciencia de Descartes. Aunque
                      ya había expresado en muchos escritos su disconformidad con su
                      filosofía,  en marzo de  1686 publicó en Acta Eruditorum un artí-
                      culo con un título muy explícito: «Breve demostración de un error
                      notable de Descartes», en el que lo atacaba directamente. Meses
                      más tarde apareció una traducción francesa en la revista neerlan-
                      desa Nouvelles de la ré'publique des lettres, realizada por el abad
                      Catelan, acérrimo cartesiano que criticaba a Leibniz planteando
                      que era él quien erraba. Esto le permitió al alemán publicar una
                      respuesta en la misma revista. Tras algunas controversias más que
                      aparecieron por parte de uno y otro en ese mismo medio, Leibniz
                      le planteó un desafío a Catelan: que utilizara el método cartesiano
                      para encontrar la curva de caída uniforme, es decir, la catenaria.
                      El abad nunca respondió, pero sí se publicó una solución de Huy-
                      gens, aunque sin demostración. Leibniz publicó la solución junto
                      con la demostración en un artículo de 1689 en Acta Eruditorum.
                          En 1690 retomó su contacto con Londres a través de Henri
                      Justel, bibliotecario real. Le pedía información sobre los últimos
                      descubrimientos, ya que la última revista que había recibido da-
                      taba de  1678.  Dos años más tarde,  a través de Justel,  entró en
                      contacto con el astrónomo Edmund Halley (1656-1742), por aquel
                      entonces secretario de la Royal Society. Ya por esa época, Fatio
                      de Duillier había puesto en marcha la polémica acerca de la pater-
                      nidad del cálculo al mostrar, en carta a Huygens, la extrañeza por-
                      que Leibniz no hubiese mostrado el reconocimiento a Newton al
                      publicar sus artículos sobre el cálculo. En 1693 Leibniz le mandó
                      la primera carta directa a Newton, quien le contestó pasado un
                      tiempo al haberse extraviado su carta, y sin mostrar ningún tipo
                      de animosidad.
                          En 1687 comenzó su fructífera correspondencia con los her-
                      manos Bernoulli, y en 1692 comenzó a cartearse con el marqués





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