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de Leibniz. En las cinco cartas que envió a Clarke, Leibniz atacaba
la filosofía de Newton, indicando que sus errores principales eran,
primero considerar que Dios necesitaba un órgano sensorial para
percibir las cosas, pues en ese caso los objetos percibidos no de-
pendían totaimente de Dios y este no podía haberlos creado. En
segundo lugar, defendía que en el mundo había siempre la misma
cantidad de fuerza o vis viva, que pasaba de unas partes a otras
según las leyes de la naturaleza, y que no necesitaba que Dios,
como defendían los newtonianos, actuara de vez en cuando para
hacer que todo marchara bien. La última carta que le envió Clarke
le llegó pocos días antes de su muerte, por lo que fue la disputa
con la que se despidió de este mundo.
En julio de 1716 el rey Jorge visitó Hanóver y pasó unos días
descansando en Bad Pynnont. Leibniz lo acompañó en todo mo-
mento, y al parecer había desaparecido la tensión anterior entre
ellos.
Sin embargo, la reconciliación le sirvió de poco, ya que el 14
de noviembre Leibniz murió en su casa, dejando como único he-
redero a su sobrino Friedrich Simon Loffer. Ya a principios de ese
mes la gota le había afectado las manos, lo que le impidió seguir
escribiendo y los médicos no pudieron hacer nada por él.
Según nos cuenta Johann Georg von Eckhart, secretario de
Leibniz y el primero de sus biógrafos, a su funeral solo asistieron
los amigos y familiares más cercanos. Aunque se había avisado
a la corte, no apareció ningún representante, pese a encontrarse
bastante cerca, lo que puede deberse a la idea bastante extendida
de que Leibniz no era creyente. Su entierro fue el de una persona
insignificante, y sus contemporáneos de· Hanóver no lo tuvieron en
mucha consideración, ya que solo a finales del siglo se colocó en
su memoria un busto en mármol blanco con la inscripción «Genio
Leibnitii». Las academias y sociedades a que perteneció no reali-
zaron ningún acto en su honor, aunque aparecieron necrológicas
en muchas de las revistas científicas de las que fue colaborador.
Hasta medio siglo después de su muerte no comenzó a reva-
lorizarse su figura, en particular cuando se comenzaron a publicar
algunos de sus ensayos y su correspondencia con grandes persona-
lidades, y a que Kant estudió a fondo su filosofía En la actualidad
160 NO SOLO DE MATEMÁTICAS SE NUTRE EL GENIO