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en su Discurso de metafísica. Descartes decía que se debía utili-
zar la misma fuerza para subir un cuerpo de 1 libra de peso a una
altura de 4 pies que una masa de 4 a una altura de l. Por tanto, los
cuerpos A y B deberían tener la misma fuerza al caer. Aplicaba la
ley de Galileo según la cual la velocidad es proporcional a la raíz
cuadrada de la altura de caída. Según esto, al final de la caída, la
velocidad de A será el doble que la de B y por tanto la cantidad de
. movimiento de A será la mitad que la de B, lo que contradecía el
postulado de Descartes.
«Es una de mis más importantes y mejor verificadas máximas
el que la naturaleza no realiza saltos. A esto lo he denominado
la ley de la continuidad.»
- LEIBNIZ, SOBRE LA LEY DE LA CONTINUIDAD DEL MOVIMIENTO,
Leibniz defendía que lo que se conservaba era el producto de la
masa por la velocidad al cuadrado (mv2), lo que él llama vis viva.
Esta fuerza viva es el doble de lo que hoy conocemos por energía
cinética, algo que ya había defendido Huygens. Más adelante, en
1840, se plantearía la ley de conservación de la energía tal como hoy
la consideramos, en la que se verifica que la suma de las energías
potencial y cinética de un cuerpo es una constante. En la Diná-
mica planteaba sus dos leyes p1incipales, la de la conservación de
la fuerza viva y la de la continuidad del movimiento.
En 1692 escribió Ensayo de dinámica, en el que recogía y
organizaba todas sus ideas sobre dinámica. En él habla de la di-
ferencia entre fuerza estática o muerta, y fuerza cinética o viva.
Pone como ejemplo de la primera la tendencia centrífuga y la gra-
vedad, manteniendo que en los choques la fuerza es viva, y surge
de una infinidad de impresiones de la fuerza estática. La obra no
se publicó hasta 1860, pero Leibniz presentó varios resún1enes en
forma de artículos en Acta Eruditorum.
Leibniz consideró por tanto la fuerza en un doble sentido. Por
un lado, una fuerza pasiva o materia prima, que residía en la masa
y que nunca aparecía aislada en la naturaleza. Y por otro, una
segunda fuerza viva o activa, que era la que daba el movimiento.
158 NO SOLO DE MATEMÁTICAS SE NUTRE EL GENIO