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podían observarse. Así que para muchos siguió siendo una hipó-
tesis. Útil, pero en ningún caso definitiva.
Hasta los comienzos del siglo xx no se consiguió verificar «fí-
sicamente» que los átomos estaban allí. Y la palabrafísica se tiene
que aplicar en su doble sentido: tenían existencia real y había que
adentrarse dentro de la propia física para complementar todo lo
hecho en los años anteriores por la química. Independientemente
de los resultados físicos -que terminarían por desmoronar al-
gunos de los postulados de la teoría atómica daltoniana, como la
divisibilidad del átomo-, los resultados químicos no se alteraban.
Como los mismos átomos. La formulación del movimiento brow-
niano, la radiactividad y, especialmente, los trabajos de Ernest
Rutherford para determinar la existencia y naturaleza del núcleo
atómico fueron decisivos. Esta obsesión atómica llevó, posible-
mente, a producir una generación prodigiosa de científicos a
comienzos del siglo, tal vez la mejor de la historia de la ciencia.
Aunque, como contrapartida, también a la fabricación y el uso
del más abyecto de los inventos ideados por el hombre: la bomba
atómica. Pero resultaría del todo injusto identificar átomos con
explosiones nucleares, y menos aún con el principal artífice de los
comienzos de la teoría atómica, John Dalton, alguien que nunca
empuñó un arma.
10 INTRODUCCIÓN