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pensaba que las causas -como la de la aceleración en un cuerpo
en caída libre- son «como fantasías».
GALILEO
Frente a los aristotélicos y teólogos, Galileo desacreditó firme-
mente el Magister dixit, argumento de autoridad que esgrimían
con asiduidad los profesores y colegas de profesión para refutar
sus observaciones. Para Galileo, la autoridad no podía ser un ar-
gun1ento serio:
Me parece, por lo demás, que Sarsi tiene la firme convicción de que
para filosofar es necesario apoyarse en la opinión de cualquier cé-
lebre autor, de manera que si nuestra mente no se esposara con el
razonamiento de otra, debería quedar estéril e infecunda; tal vez
piensa que la filosofía es como las novelas, producto de la fantasía
de un hombre, como por ejemplo la Ilíada o el Orlando furioso,
donde lo menos importante es que aquello que en ellas se nan·a sea
cierto.
Mientras que los aristotélicos recurrían sistemática y ciega-
mente a la autoridad, Galileo tenía la convicción de que esta acti-
tud no era la que había defendido el propio Aristóteles, que fue un
gran observador de la naturaleza y realizó notables descubrimien-
tos en campos como la zoología:
Si Aristóteles hubiese sido como [sus discípulos] se imaginan, seiia
un cerebro indócil, un espíritu obstinado, un alma llena de barbarie
y un tirano que, considerando a los demás como ovejas estúpidas,
desearía que se antepusiesen sus propios decretos a los sentidos, a
la experiencia y a la propia naturaleza. Son sus seguidores los que
le han investido de esa autoridad y no él quien se la ha at1ibuido o
usurpado.
El argumento de autoridad era una coraza inexpugnable,
frente a la que no servían para nada los hechos. Esa cerrazón
EL MÉTODO DE LA CIENCIA 25