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tura las herramientas del análisis matemático: el cálculo y las
ecuaciones diferenciales.
El académico Laplace, transformado ahora en sabio y filósofo
oficial, pondrá enseguida la primera piedra de lo que es su gran
contribución al desarrollo de la ciencia: la «progresiva matemati-
zación de los cielos y de la tierra», recurriendo, respectivamente,
a la mecánica de Newton y a la naciente teoria de la probabilidad.
Dos áreas de investigación, la probabilidad y la mecánica celeste
( el propio Laplace acuñó el término), a las que consagrará el resto
de su vida científica. Su labor de profundización de la mecánica de
Newton le permitirá, precisamente, demostrar la estabilidad del
sistema solar, ratificando la victoria de Newton sobre Descartes.
Sobre este punto, conviene advertir que, tras la muerte del cien-
tífico inglés, la visión newtoniana del universo todavía estaba en
disputa con la cartesiana, porque quedaban bastantes problemas
abiertos en el ámbito de la mecánica celeste. En concreto, Laplace
abordó las anomalías que suponían algunos movimientos celestes
para la teoria de Newton, como el de algunos planetas y satélites,
o el de los cometas. Logró explicarlos uno tras otro con la única
ayuda de la ley de la gravitación universal. El «sistema del mundo»
era, por tanto, estable. Los nuevos moradores del sistema solar
que los telescopios habían ido descubriendo ( el planeta Urano,
dos satélites más de Saturno y algunos asteroides) no ponían en
peligro el orden reinante en el universo conocido. Lejos de ser un
simple epígono de Newton, como frecuentemente lo describen los
historiadores que saltan de Newton a Einstein, Laplace fue clave
en el triunfo póstumo del gran filósofo natural inglés. Fruto del
crédito obtenido fue su colaboración con Lavoisier, otro ilustre
científico del momento, con el objetivo de extender a la «tierra»
los éxitos del programa newtoniano aplicado a los «cielos», en
particular en el ámbito de la química.
Pero 1789 fue un año que can1bió la historia del mundo. Vere-
mos cómo el ciudadano Laplace vivió ese momento estelar para
la humanidad. La Revolución francesa supo movilizar a la Ciencia,
con mayúscula, y poner a los científicos en armas. De este modo,
nuestro personaje se convirtió sucesivamente en un tecnócrata
que impulsó la adopción del Sistema Métrico Decimal, en un pe-
10 INTRODUCCIÓN