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lo es un ser humano, su comportamiento sí puede serlo. Esta
forma de tratar esta cuestión es lo que actualmente se denomina
como enfoque conductista, de tal forma que, por ejemplo, sabe-
mos que los programas que usan los ordenadores para jugar al
ajedrez «no son inteligentes», pero frente a su contrincante se
comportan como si realmente lo fueran. Por consiguiente, Alan
Turing no definió qué es la inteligencia ni tampoco contestó a la
pregunta de si las máquinas pueden pensar. A partir de este plan-
teamiento introdujo una prueba conocida con el nombre de test
de Turing, que consiste en someter a una máquina, ordenador o
software cuyo comportamiento inteligente se desea evaluar a un
experimento que se ajuste al protocolo del siguiente ejemplo. Su-
póngase que una persona dispone de un monitor y un teclado, y
puede plantearle preguntas mediante ese teclado a un ordenador
ubicado en otra habitación. Una vez recibida la pregunta y trans-
currido un breve lapso de tiempo, el ordenador envía la corres-
pondiente respuesta a la pantalla del monitor ubicado en el lugar
desde el que la persona planteó la pregunta. Por ejemplo, la per-
sona envía desde el teclado y en inglés la frase final del ordenador
Hal-9000 en la película 2001: una odisea del espacio:
Daisy, Daisy,
give me your answer true.
I'm half crazy
over the love of you
It won't be a stylish marriage
I can't afford a carriage ...
y recibe del ordenador remoto, tras haberlo solicitado, su traduc-
ción al español:
Daisy, Daisy,
dame tu respuesta verdadera.
Estoy medio loco
sobre el amor a ti
No será un matrimonio elegante
No puedo permitirme un carruaje ...
110 CONSTRUIR MÁQUINAS QUE PIENSAN