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sedad de alguna demostración o afirmación de índole matemática.
                    Por ejemplo, en lo que hoy se conoce como razonamiento auto-
                    matizado no hay ningún sistema de reglas computacionales o de
                    deducción que nos permita determinar con un programa las pro-
                    piedades  de  los  números  naturales.  Los  números  naturales,
                    N=ll,2,3,4, ... },  esto es aquellos que usamos para contar los ele-
                    mentos de un conjunto, por ejemplo «número de manzanas», tie-
                    nen una serie de propiedades.
                        Considérese el siguiente ejemplo. Sean a, b y e un número de
                    manzanas igual a 2, 3 y 5 respectivamente. La propiedad asociativa
                    establece que (a+ b) +e= a+ (b + e), mientras que la distributiva
                    del producto respecto de la suma dice que a • (b + e) = a • b + a • c.
                    Si expresamos estas dos propiedades de los números naturales
                    como si fueran afirmaciones, llamando a la propiedad asociativa
                    proposición H y a la distributiva proposición I, sustituyendo ade-
                    más a, b y e por sus valores:


                       H  =  [ (2  +  3)  +  5  =  2  + (3  +  5))  =  [H  es  ... ),

                     I  =  [2  ·  (3  +  5)  =  2  ·  3  +  2  ·  5)  =  [I  es  ... ),

                    tendremos que no hay programa de ordenador ni máquina alguna
                    que pueda, de un modo automático, demostrar o refutar la vera-
                    cidad de la totalidad de este tipo de afirmaciones. Aunque resulte
                    frustrante no se puede escribir un programa de ordenador que de-
                    muestre algo tan evidente para nuestra intuición, incluso para un
                    niño en edad escolar, como es (2 + 3) + 5 = 2 + (3 + 5). Por tanto,
                    hay en la matemática «proposiciones verdaderas» acerca de los
                    números cuya veracidad no puede ser probada por medio de la
                    aplicación de reglas de deducción. Como es fácil de imaginar el
                    teorema de Godel hizo tambalear la aparente solidez de las ideas
                    de Bertrand Russell, y lo que es peor, los mismos pilares del edi-
                    ficio fo1mal de la matemática del que los matemáticos se sienten
                    tan orgullosos.
                        Uno de los matemáticos más influyentes del siglo XIX y princi-
                    pios del xx, el alemán David Hilbert, dijo que toda esta discusión
                    podía reducirse a un problema de determinación, esto es, de poder





         26         WUÉ ES  UN ORDENADOR?
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